Por simple que pueda parecer, el aceite de oliva, también conocido como “oro líquido”, es uno de los superalimentos que los nutricionistas recomiendan en todas las dietas que sugieren. Ya sabemos que el aceite de oliva extra virgen es un alimento incluido en la categoría de saludables y que, por tanto, se recomienda su consumo en nuestro día a día, cosa que los ciudadanos de la cultura mediterránea cumplimos casi a rajatabla, ya que España es el primer productor mundial de aceite de oliva, superando el millón de toneladas al año, aproximadamente.
Pero, ¿cuáles son sus principales beneficios para la salud?
El aceite de oliva extra virgen es la mejor grasa para nuestro corazón, ya que previene las enfermedades cardiovasculares. Esto es así ya que los ácidos grasos que están presentes en el aceite de oliva virgen (y, en especial, el ácido oleico) contribuye reduciendo los niveles de colesterol LDL (llamado comúnmente el colesterol malo) y, a su vez, aumentan los de colesterol HDL (el colesterol bueno), consiguiendo así mejorar la circulación sanguínea y disminuyendo la presión arterial.
Reduce las complicaciones en los pacientes con Diabetes Tipo II, especialmente en pacientes que padecen o con riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, factores que supondrían un empeoramiento de esta enfermedad. Para evitarlo, a estos pacientes se les suele recomendar la dieta mediterránea y el consumo de ácidos grasos monoinsaturados, en especial el ácido oleico.
Sirve para reducir la secreción ácida gástrica y favorece la función digestiva, ayudando a combatir las enfermedades de carácter gastrointestinal, por ejemplo, ha demostrado ser eficaz contra el Helicobacter Pylori, un tipo de bacteria que puede ocasionar úlceras y cáncer de estómago a largo plazo. De hecho, un estudio ha hecho patente que, sólo 30 gramos de aceite de oliva virgen extra, pueden eliminar la bacteria en hasta el 40% de las personas que lo padecen en tan dos semanas.
Por otro lado, ayuda a combatir el estreñimiento, ya que tiene un ligero efecto laxante y mejora la absorción intestinal de los nutrientes que aporta.
El aceite de oliva extra virgen no sólo tiene importantes beneficios para la salud cuando es ingerido, sino que también repercute en la piel cuando es utilizado de forma tópica. Hay que tener en cuenta que es uno de los hidratantes naturales más efectivos, aumentando la hidratación de la piel y combatiendo la sequedad. Además, por su alta capacidad para reparar tejidos dañados, es muy utilizado para curar heridas, quemaduras y para regenerar cicatrices. Y, por supuesto, sus ácidos grasos naturales y el aporte de vitaminas K y E colaboran a combatir el envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas.
Como nos enseñan desde PagodeEspejo.com, es útil en el tratamiento de la osteoartritis con degeneración de cartílago, igual que en casos de fibromialgia, ya que sus componentes tienen unas potentes propiedades antiinflamatorias. Y, siguiendo con el tema óseo, su riqueza en polifenoles sirve de prevención contra la pérdida de masa ósea, siendo importante para combatir enfermedades como la osteoporosis.
Ya que hemos hablado de los polifenoles, tenemos que destacar que se trata de compuestos bioactivos potencian el nacimiento de nuevas neuronas haciendo que, a mayor cantidad de grasas, mejor memoria. Es, precisamente, por este motivo por el que se cree que el aceite de oliva extra virgen ayuda a combatir y ralentizar la enfermedad del Alzheimer.
Debido a su elevado contenido en antioxidantes fenólicos (como la vitamina E), es importante su papel protector contra el estrés oxidativo celular.
Y, por último, el consumo habitual de aceite de oliva supone un incremento de la longevidad, por su carácter reductor de muertes por enfermedades cardiovasculares y cáncer. Diversos estudios científicos relacionan la dieta mediterránea una menor incidencia de varios tipos de cáncer en los principales países consumidores de aceite de oliva, comparados con otros países de Estados Unidos y el norte de Europa.